Archivo Musical Santa Cruz de Mompox

Conclusiones

A pesar de su decadencia comercial en el siglo XIX, la Villa de Mompox siguió siendo un referente cultural de toda la Costa hasta la actualidad, específicamente en lo que respecta a las armonías o bandas de origen militar. Al menos en esta tradición, se puede decir que fue el centro musical de toda la Depresión, en tanto es uno de los pocos lugares que hubo una prolífica escuela de compositores que se amalgamó perfectamente con la vida religiosa de la comunidad, sin demeritar otros casos. Su auge colonial marcó el derrotero que ha seguido este pequeño poblado desde entonces, ya que su posición geopolítica continuó condensando su centralidad en el río Magdalena, pero ahora en sus expresiones más sensibles, como el santoral, la Semana Santa, la orfebrería, las artes y, por supuesto, la música.

 

El Magdalena y la navegación a vapor trajo consigo una revolución cultural que se aclimató al calor de la Valerosa para hacerse tan propia como el mismo río. Las casas comerciales en toda la Costa transportaron consigo los papeles de las editoras europeas, especialmente la Ribón Hermanos impulsó que en la Villa existiera una centralidad de los repertorios franceses. El vals se instauró como la expresión dancística de la burguesía tempranamente en el siglo XIX, siendo el modelo que marcaría el paso de los subsecuentes géneros de salón. Junto con el pasillo, conformó uno de los géneros predilectos de los ribereños que sublimaron, a través del baile y la música, las relaciones de género bajo la categoría del bello sexo, pero también las del orgullo regional, la vocación religiosa y la modernidad decimonónica. Así, el baile de salón como institución central de la vida cotidiana se convirtió en una extensión de la vida política y la estructura social que coadyuvó a la reproducción social. No obstante, el género que mejor acompañó el discurso patriótico, los rituales de paso y el ceremonial religioso fue la marcha momposina, la cual tuvo sus cánones compositivos en los modelos del país galo. Por tanto, los géneros del XIX y XX para banda y sus ocasiones fueron la vía que canalizó los valores de la época en un terreno de segundo orden, el de la performance de la vida social, mismos que reproducían la confianza en el progreso, el desarrollo urbano y la tecnificación de la actividad económica

 

Hasta aquí, se puede sugerir que todas las armonías que existieron en Mompox eran parte reproductora de una sensibilidad moderna, la cual estaba intrínsecamente vinculada con las instituciones del Estado, las “buenas costumbres” y el “buen gusto”. Acorde con el tiempo, estos ideales trajeron consigo valores que coadyuvaron a la reproducción de una modernidad que destacaba ciertas formas de vida sobre otras que se alejaban de ella. Así, las armonías fueron por mucho tiempo la sonoridad que acompañó al proyecto de las élites, sin embargo, comenzaron un proceso de apropiación que se amalgamó hondamente en la cultura. Al igual que en otras partes del país, la retreta jugó un papel determinante en la creación del nacionalismo decimonónico que se encontraba en una disputa entre el bando conservador y el liberal. No obstante, las bandas también iniciaron, desde su aparición, el proceso de aclimatación al Caribe, en tanto el AMSCM permite ver con detalle que los compositores locales produjeron una extensísima obra en géneros europeos y norteamericanos pero también colombianos, como el pasillo y los pocos indicios que hay de porros.

 

Este breve recuento intenta mostrar que el repertorio para banda que ahí se encuentra es, sin duda, el que tocaban las armonías de la época en Mompox y, muy probablemente, en otras ciudades similares, como Magangué, Cartagena, Barranquilla, Sincelejo y Montería. Es decir, a pesar del aislamiento del que sufrió la Villa hacia la mitad del siglo XIX ésta se encontraba en sintonía con su tiempo, además, hizo que, paradójicamente, se afincara una tradición musical propia detonando el proceso compositivo. Con todo, dicho aislamiento catapultó la aclimatación y apropiación de costumbres y prácticas extranjeras, y con ellas se manufacturaron expresiones indudablemente ribereñas, otorgando sentido al mundo decimonónico del hombre-caimán. Por contradictorio que parezca, la época de oro de banda corresponde con la decadencia económica, lo cual puede ser interpretado como una estrategia, instaurada en el ethos cultural, que intentó contrarrestar el embate de las inclemencias de la naturaleza. Así, las bandas funcionaron como dispositivos que ayudaron a la reproducción social de la época, misma que se vio forzada a una nueva etapa de desarrollo del capital, ese que entonces viajaba en vapor. No obstante, también sentaron las bases para la apropiación y aclimatación de una práctica de origen europeo y prepararon lo que, gestándose a la par, vendría unas décadas después, es decir, la tropicalización y el calentamiento de Colombia.

 

A partir de los treinta del siglo XX, la inercia de las orquestas internacionales y la industria discográfica y radiofónica llevó a que en Mompox se gestara la misma práctica. Los medios de comunicación jugaron un papel determinante en las nuevas sensibilidades, los cuales intentaban desplazar la vida campesina por una exaltación del desarrollo urbano. Así, la tropicalización se convirtió en un símbolo nacional que enarboló temas del regionalismo costeño, lo cual se evidenció en las letras, los repertorios y las ocasiones musicales. A la par de los discos se desarrolló la práctica del arreglo-transcripción y rejuvenecieron los salones de baile a mitad del siglo XX, ahora tropicalizados y calientes. No obstante, todo indica que la composición local en Mompox disminuyó, aunque esto puede explicarse por la prelación de la industria sobre la música de los pueblos y la migración a las ciudades principales. Con todo, existió una construcción mítica de la costeñidad que tuvo eco en toda la práctica musical de la Costa y la Depresión no fue la excepción. Por el contrario, lo que sí conforma una excepción en su especie es el tesoro documental que reposa en el AMSCM dentro de la Casa de la Cultura de la siempre valerosa Villa de Santa Cruz de Mompox.

Imagen 30. Instrumentos de banda antiguos dentro de joyería Don Blas.

Cortesía de José María Dávila Cerón.

Archivo Musical Santa Cruz de Mompox

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